martes, 21 de abril de 2015

DE LOS HERMANOS PÉLIESSIER A ENRIQUE MOLERO






Hagamos memoria de la historia de las carreras épicas. Una competencia no sólo entre atletas sino también contra los organizadores. Como una pugna de pulso, el organizador coloca retos cada vez menos alcanzables y el competidor acepta con el objetivo de demostrar  que lo imposible no existe para él.
Fue así que se edificó la leyenda del Tour de Francia, Los Alpes, Los Pirineos, etapas de más de 24 horas de pedaleo, creadas para poder producir una buena crónica amarillista que vendiera periódicos. Nacía la tiranía de Desgrange, organizador del tour y provocador de varias rebeliones, motines y merecedor de insultos a la llegada.  
Era el año 1920, los hermanos Péliessier encabezados por el primogénito Henry que iba marchando como líder, y fue sancionado con dos minutos por desechar un tubular sin bajarse de la bicicleta. Este castigo fue la chispa de una serie de peleas que llevaron a Desgrange a dar la orden de no publicar más artículos de Henry en L´Auto (diario patrocinador de El Tour de Francia). Entonces, Henry le dijo: Hasta el próximo domingo. El domingo, Henry ganó Paris Roubaix, forzando al diario a publicar su apellido a ocho columnas en la siguiente edición.  
El conflicto más sonado se desató en el año 1924, por otra norma cuestionable. Las etapas se largaban sin esperar a la salida del sol, los competidores se colocaban abrigos para resguardarse antes de que aclarara el día, y se iban despojando de la ropa en carrera. A Desgrange no le parecía bien, y se inventó la regla de no poder soltar prendas en carrera. El chisme de moda era que Henry usaba dos maillots idénticos para burlar la norma. El rumor motivó a una inspección de un comisario que retrasó la salida del equipo de los hermanos Pélissier. Una vez finalizado el conflicto, Henry se subió en los pedales y bregó hasta alcanzar el pelotón, no sin antes dejar a su paso el camino lleno de insultos a los organizadores. Al empalmar al pelotón, convenció a su equipo de abandonar la carrera, se pusieron a la cabeza del grupo, comunicaron la decisión e hicieron estallar de aplausos al gremio. Todos siguieron a rueda de los Pélissier hasta el abandono y fueron despedidos con una gran ovación.
Hoy el deporte y la vida se nos van borrando como el desengaño de la muerte. Luchamos sin victoria por hacerla llegar a tiempo y no antes como a ella le gusta. El ecosistema de los deportes nobles, los elementos de nuestra motivación, se encuentran en oración por Enrique Molero, arrollado por un camión piloteado por un beodo.
Ir a una competencia de largo aliento, esconde semanas de preparación, pero éstas  no pueden servir como anzuelo, junto a la ansiedad de competir, para que iniciemos carreras en las que no se garanticen las normas de seguridad para todos.
No hay derecho a ir borracho atropellando a la vida, enrojeciendo tus mejillas con la rabia por el cierre de una vía recuperada para el deporte, recuerda que quienes lo practican están cambiando para bien a  esta ciega sociedad.
@pedropresente   

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