miércoles, 11 de marzo de 2015

PARQUE DEL ESTE O GENERALISIMO FRANCISCO DE MIRANDA (he ahí el NO dilema)

A 300 mil kilómetros por segundo corre la luz. A 340 metros por segundo viaja el sonido. No superar esa velocidad es elemental para mantener el orden del espacio y el tiempo. El tiempo nos da perspectiva. Sólo el tiempo permite separar un error de un acierto. Cuando nos alejamos un tiempo y volvemos, cada detalle se vuelve un acontecimiento, un cambio
Luego de casi tres meses tratando de ignorarlo como quien extraña con dolor, fui liberado de mi cabestrillo, sacudí el óxido de la camiseta y los zapatos de goma para rencontrarme con el Parque de Este, o Generalísimo Francisco de Miranda, según se nombre.

Entre la bruma de la lluvia emerge una isla de concreto que están construyendo frente a la entrada del estacionamiento norte, donde es común que se "malparen" carros interrumpiendo el caudal de entrada y salida. Una vez estacionado, parece seguro, como si ya es de día,  pues ha mejorado el alumbrado, pero se nota sólo si te encuentras junto a la caminería, pues del lado contrario se camina "tanteando" con los dedos porque luz no hay. 

También me sorprendió felizmente un nuevo estacionamiento para quienes llegan en vehículo con propulsión a corazón , también conocidos como bicicletas. Pero pienso que adolece de vigilancia exclusiva y necesaria por las razones que todos conocemos.

Me gusta la idea de un parque y dos nombres. El Parque del Este, silencioso madrugador que presta sus pequeños morros, sus araguaneyes, el sonido de su modesta quebrada, para acompañar a los jadeantes
 visitantes de la mañana, y más tarde, El Parque Generalísimo Francisco de Miranda, inolvidable espacio para dejar las "rueditas" infantiles y convertirse en "grande" para echar pedal; el mismo de las piñatas y de jugar tonga.
El parque es una bendición, como también lo es El Ávila, o tantos otros momentos y lugares a los que pertenecemos con el sentimiento. El parque nos necesita tanto, como nosotros a él. Yo lo quiero y me dejo querer. ¿Y tú?            
 

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