Minutos después del accidente en AV. Boyacá |
- Que el ciclista iba por la ruta equivocada. - Que los “patineteros andan volando como locos. ¿Qué se puede decir ante la muerte? Es el cuerpecito de ese niño la gran tragedia humana que sólo se mira desde afuera. Y este domingo de nuevo todos a la cota mil, como dice la canción: “… y la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido”…
Fue a inicios de la década de los 80 cuando el ex-presidente Luis Herrera Campins decretó el cierre dominical de la avenida Boyacá para el esparcimiento deportivo, una medida precursora. Hoy son varios los espacios recuperados para el deporte en Caracas (Los Caobos, Av. Bolívar, Los Próceres, La Lagunita y Las Mercedes entre otros). Pero, ¿en qué punto se cruzan el esparcimiento saludable y la muerte?
Ir a la cota mil es una manera de coquetear con la ruleta rusa. Como si no bastase con la cotidianidad citadina, la anarquía ha conseguido una nueva forma de expresarse y ha invadido un nuevo territorio, paseando hermosos perros que juguetonamente se atraviesan a los ciclistas, o aislada del mundo con sus audífonos cruzando la avenida sin temor a nada, o quizás vendrá trasnochada olvidando que es domingo y arrollando al que madruga. Mientras nos vamos alistando para volver a su encuentro este domingo.
No es la autoridad única la que espantará a la muerte de las faldas del Waraira Repano, tampoco serán los ciclistas, o los corredores, o los patineteros, o quienes pasean a sus perros. Acá no habrá victorias individuales, un equipo es más que la suma de todas sus partes, y es de allí que nacen las cosas buenas ¿Y si formamos el equipo soñado de La Cota Mil para que la muerte baje su ritmo?
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